martes,21de

El Nacimiento

El Nacimiento

Caminábamos sin tiempo. No teníamos nada que deberle, menos a lo que tanto había pasado. 

No lo culpo, ni lo juzgo, pero ¿qué podría hacer con estos dos, los denominados les amants de la lumière?. De pronto, con su permiso y sin él, la detuve. 

Ella afirmó que no creía en el amor eterno, con mesura y seguridad, aseguró que ese tipo de realidades no suceden y yo lo creí justo, creyendo que esa tesis tendría sentido por todo lo vivido. Entonces, mirándola a los ojos y sin muchos gestos, ella sabía que yo lo sabía. Ahora me doy cuenta que yo estaba en un error, porque el amor siempre fue, en la relatividad de nuestro tiempo, los momentos y vivencias son pruebas inequívocas de su existencia, tal vez no siempre se evidencie, pero su esencia es ser y si no lo es entonces será, irremediablemente se ubica en todo espacio temporal, mejor dicho, dentro de nuestra percepción temporal.

 Es decir, que se encuentra en las más mínimas cosas y su ubicuidad no tiene límites, pero obviamente no lo captamos puesto que se cree que el amor ha de materializarse en una persona, pareja, acción, en algo concreto sin embargo, creo yo, va mucho más allá.

Por citar un par de ejemplos : En la sensatez del conocimiento ¿Quién podría negar allí la existencia del amor hacia las letras o a su fuente?¿Quién podría negar el amor a la naturaleza o al aire libre?¿Quién podría negar la maravillosa simplicidad de una sonrisa inquieta?¿Quién de ustedes se atrevería a refutarme la idea suprema de que encontrarse a uno mismo es el mayor tesoro de este plano terrenal? Me hubiera gustado comentarle algunas de estas cuestiones y explicarle otros puntos de vista en su momento, justo antes que yo afirmara, cuando súbitamente confirmé su proposición y el resto se volviera historia. 

Luego de eso, extendí mis brazos para abrazarla, buscábamos una reconciliación al parecer sin justificación, puesto que no habíamos peleado y menos estábamos molestos el uno con el otro, pero era necesario ¿El porqué? Siempre será un misterio. Justo después de la conjunción, en ese momento, todo se volvió más claro. Nos confesamos sin que la iglesia lo supiera, dijimos nuestras verdades, absolutamente todas desnudas, cómo deben ser, y se evidenció en el reflejo de nuestras lágrimas. 

Todo ello fue tan natural y real, que en esos últimos instantes pude verla con estos ojos : sin ningún tipo de memoria. Le dije que a partir de ahora sería otro cantar y contar y ella  lo confirmó con una sonrisa febril. Libres ya de tanta existencia sobre nosotros,continuamos caminando, ahora sin tiempo y sin pasado. No quise ver cómo desaparecía entre tantos extraños, solo atiné a dejarle una sonrisa y una mirada hacia al cielo. Luego de ese día, hasta ahora, no hemos vuelto a hablar y esa es la única prueba fehaciente de que en verdad todo lo que escribí sucedió y que inevitablemente aún sigo pensando en ella. 

Jueves 5 de marzo, Lima, Perú, 2020
Naofrago




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