martes,21de

El lenguaje secreto





A más de la mitad del camino, recién allí, pensó que sería mejor buscar una de esas abedules pequeñas que tanto le gustan a Miriam. 

Pero debía regresar unos metros, la flora estaba siendo opacada por la nieve mientras más avanzaba así que buscó un riachuelo para guiarse y no perder su dirección. 

Le puso la correa al can que lo acompañaba, nunca viajaba solo por si se extraviaba en medio del bosque, a pesar de tener muchos años viviendo por esas zonas, la inmensidad del bosque podría generar vértigo al más precavido de los aventureros y eso lo sabía bien. 

Solo se perdió una vez en medio de los frondosos abedules. Sin experiencia y novato en la zona, con la confianza que caracteriza a la juventud, emprendió un pequeño recorrido y se adentró en el bosque. Jamás olvidaría ese episodio. 

Lo encontraron 4 días después con lo que parecía una gruesa piel de animal. Los oficiales no supieron como había sobrevivido al intemperie, a menos 10° grados bajo cero de noche y en temporadas gélidos el frío es insoportable. El jefe que dirigió su búsqueda lo interrogó para comprender aquel milagro, pero  incluso ahora, la versión oficial, que fue expedida en el documento policial, indica que resulta inexplicable y que debió morir al segundo o tercer día. Él mismo se creyó muerto y lo último que recuerda es el eco de los ladridos de los perros. Los escuchaba pero no podía hallar una sola dirección, creyó que deliraba, y que todo era un espejismo. Solo a la tercera noche pudo encender fuego, después de varios intentos fallidos, no duró mucho el calor, pero fue suficiente para que puedan saber dónde estaba. 

El perro que lo encontró es el mismo que adoptó desde entonces cuando ya no pudo ser útil para la policía. Pero primero debía convencer a la dueña del can. La hija del jefe de la policía que lo encontró se negó al principio ¿porque se lo daría? Fueron tiempos de convencimiento, de demostrarle que estaba agradecido con el can y que lo estaría irremediablemente. Esa fue la conexión entre Miriam y el resucitado, cómo lo llamarían desde entonces. 

Él llegó a la conclusión, mucho tiempo después, que fue el can el que le realizaba visitas guiadas y no al contrario. Lo confirmó cuando cayó en cuenta de la gran operación a corazón abierto que el tiempo hizo en él, después de ser rescatado en medio del bosque frío. 

Lo miró fijamente y sonrió sin mayores gestos en su boca. Le hizo un ademán con los brazos abiertos, se agachó y se dejó lamer.
—Bah, qué más da si me vuelvo a perder, no?— le acotó con un poco de ironía.  Mientras le quitaba la correa, se dio cuenta del abedul perfecto. No tenía hojas rotas, con un poco de nieve quedaría bien con la carta número 47 que le escribió a Miriam por fecha de su aniversario. 

Cuando se dio cuenta el perro lo estaba esperando sentado con una mirada apacible y le dijo : 
—Siempre me entendiste y supiste de qué se trataba todo esto, seguro que no hablas español?

13 de enero 2020. Lima, Perú

Thaw in a Beech Forest ,1881.
Anders Andersen-Lundby (1841-1923)
Pintor Danés




2 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Hay algo en lo profundo que no consigo distinguir, tendré que escarbar un poco más.

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