(Óleo sobre papel)
Déjame un recuerdo, una señal.
Déjame un sentimiento, uno espiritual.
No sé donde estás exactamente, pero sé que estás enfrentando el destino sin miedo.
Sé que estás consumiendo poco a poco la templanza de la vida, cortesía de tus fuerzas e ilusiones.
Sé que eres y serás lo que quieres ser, porque vos llevas la valentía dentro de los latidos y el coraje en las venas para conquistar a cualquier precio el derecho de soñar.
Por supuesto también la rebeldía en tus ojos para hacerle saber a la inocencia que ya has dominado el temor a la soledad y el cariño en el tacto para contagiarlo al roce de tu piel.
Sé que eres fuente de aquellas inevitables miradas, causa y consecuencia de estos inefables sentimientos,
la razón de insubordinados pensamientos de una corazonada; que sin inexplicables contactos ni refugios clandestinos,
producen indescifrables secretos a efectos de un amor en el horizonte.
No sé sabe cuándo y dónde.
Sé que eres inevitable química, causa y consecuencia de estas insubordinadas líricas sujetas a una tentación,
la inexplicable luz que arde en el tiempo, motivo por el cual el dueto sabe encontrarse por completo sin razón.
Coautora del intenso movimiento terrenal del enlace que nos nombra, de la conexión del grafito que nos quema
y de la sensación de sentirnos invencibles.
Por eso sé que respondes con miradas como nadie sabe hacerlo, que mi letra no es mi letra si no estuviste para leerlo,
que mis preguntas son respuestas si se juntan con tus versos y
que tus labios son mis labios si profundizamos en un beso.
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