Cuando Inspiración quiso conocer el mundo, no lo pensó dos veces. Nadie supo de donde vino, aunque todos sabían de su esencia divina. En uno de sus sueños visualizó lo que tenía que hacer y dejó su sangre vertida en siete frascos y los escondió por el mundo. Cuentan que las personas que encontraron y bebieron la sangre desarrollaron una sensibilidad distinta al resto y de ahí nacieron las artes. Uno de ellos adquirió el misterio de las letras e inventó la escritura, de sus herederos surgieron la prosas y la poesía. Cuentan también que solo sus auténticos herederos son capaces de escribir porque están unidos al único vínculo del misterio de las letras y a Inspiración.
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