lunes,19de

Cuervos

 

Cuervos

Cuervos

Mirando a través de la ventana de su casa, Amanda Nocta se visualizó jugando con su hermana y su padre en medio del patio de su niñez. Su recuerdo fue interrumpido por el gesto de Mellisa, su hermana, que con la mano le avisaba que ya tenía los papeles. 
―¿Otra vez esos recuerdos? ―preguntó Mellisa, con la voz melancólica. ¿Sigues viendo al cuervo?
―Así que al final conseguiste los papeles ¿Tuviste problemas? ―dijo Amanda―sentándose en la mesa―.
―Al parecer papá nos dejó algunos terrenos por esta zona. En uno de ellos está esa casa, Amanda. El municipio no tendrá más que aceptar que somos sus legítimas herederas. Mira estos planos están bien explicados ―concluyó Melli.
―La voy a vender ―dijo Amanda, fumando, tal vez, la calada más larga de la conversación.
―Entonces aún sigues viendo al cuervo ― añadió su hermana. 
―!Que dejes eso ya! ―constestó la viuda Nocte, un poco alterada―, no he vuelto a ver a ese maldito cuervo, para con eso. 
Pero no era así, Amanda había visto al cuervo de ojos rojos todos las noches desde que murió el único hombre que la había entendido. Pero no quería decirselo a su hermana, no quería que vivise pensando que Amanda es una loca, además ella también tenía su propio cuervo. 
―Entonces, ¿qué?, no me mires así ―replicó Amanda. Además esos ojos que traes no se te han ido desde entonces ¿no?.
―No lo entenderías, hermana.
―Hay nubes negras que visitan nuestro cielo, si abres bien tus ojos, sabrías bien que todos tenemos un cuervo que nos observa―explicó Amanda.
―Dime entonces por qué lo niegas, Amanda, por qué vives pensando que no pasó, él murió, no lo pudiste evitar, ese sueño tuyo se hizo realidad ―contestó Mellisa.
―Porque el corazón se me sale ―respondió Amanda, alzando la voz. Sé que es difícil pero a veces con mis dedos lo palpo, siento su rostro y luego ….
―El espejismo ―dijo Mellisa. 
―He tenido el mismo sueño, una y otra vez, pero siempre vuelvo a caer ―dijo Amanda, mirando fijamente a su hermana. No soy capaz de salir de ese conflicto y el maldito cuervo vuelve a mí para despertarme del sueño.
―Lo sé, lo sé. No vengo con otras intenciones, hermana, sino para contarte que también he visto al cuervo.
―Prepárate, Mellisa, el corazón es demasiado frágil y el amor no el único soporte en este plano ―comentó Amanda, acecándose a su hermana para darle un abrazo.  
Ella deseaba en el fondo que su hermana no sufriera el castigo inequívoco de caer al pozo de los cuervos. Ellas no lo sabían pero ya eran dos cuervos más, sus vestimentas las delataban. Cuervos por heredar castigos de otras vidas, de otros tiempos. 

imagen : Константин Николаевич Истомин (1887 - 1942) Вузовки, 1933. Холст, масло. Государственная Третьяковская галерея, Москва


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