
Hijos pródigos
Cuando Esteban llegó al aeropuerto, comenzó a recordar los años que vivió en su tierra. El solo hecho de regresar al pueblo donde había crecido lo invadió de una manera que no se lo esperaba. Sabía que llegaría unas horas después de lo acordado, así que esperaba que su hermano, que lo iba a recoger, no se haya cansado de esperarlo. Lo encontró con una tazita de café, ni bien vio a Ricardo se detuvo un momento, sonrió profundamente y fue directo a abrazarlo, después de todo, venían siendo ocho años ya desde que su hermanito menor, Esteban, se fue al extranjero.
Fueron ocho largos años, dijo Ricardo, acentuando la distancia del tiempo fuera de la familia y poca comunicación. Esteban comenzó a narrarle todo sus incidentes, sus primeros años en otro país y sobretodo lo difícil que fue para él. No sabía como empezar, hermanito mío, felizmente tuve mucha suerte, cometó Estaban. Subieron al carro de Ricardo y este le tendio el brazo diciéndole: “me da gusto que hayas vuelto, hermano, mamá está muy emocionada por verte”. Mientras viajaban Esteban fue recordando aún más los años que vivió en el pueblo, y se acordó de aquel lugar donde solía jugar con su hermano. Le preguntó a su hermano si podían ir un momento, antes de llegar a casa, además por ahí quedaba un mercado central al cual podían comprar cosas y llevar a la casa, para no llegar a las manos vacías.
Recuerdas este lugar, hermano, aquí solíamos jugar todo el día, dijo Ricardo. Sí, aquí solíamos venir cuando mamá nos daba permiso. En ese momento, se rieron cómo dos niños, Ricardo vio cómo Esteban se reía con las manos juntadas en la barriga, siempre se reía de esa forma. ¿Aún te ríes de esa manera tan graciosa, Esteban? Sí, ese golpe que me diste una vez se te quedó grabado para siempre alguna vez, respondió limpiándose los ojos de las lágrima por la risa. Esteban tenía la costumbre de burlarse por como hablaba Ricardo, él tenía una pronunciación rara, hablaba como si las letras “s” se juntaron con la sílaba para sonar más fuerte. Eso hacía que Esteban siempre se búrlase de él, así que un día de tan fantidioso que se había vuelto Ricardo le propinó un golpe fuerte en la barriga, tan duro fue ese golpe que no dejó de tocarse la barriga en todo el día y desde ahí el en inconsciente se le quedó grabado en ese momento. Te acuerdas también dijo Ricardo, que mamá nos venía a buscar porque nos perdíamos.Eran buenos tiempos dijo Esteban, mamá, venía enojadísima con el chicote directo a pegarnos. Siempre era por tu culpa, Ricardo, tú y tus manías de irte sin pedir permiso. Ja, Ja, Ja, se rió Ricardo, ah, y tú que no te quedas atrás, porque que yo recuerde eras tú el de las ideas. Y así estuvieron echándose muchos recuerdos de culpas buenas, culpas por sus acciones de niños en buena onda. Sin querer habían pasado un par de horas conversando y recordando momentos de su infancia. Luego fueron a comprar al mercado para llevarle cosas a mamá. Esteban aún recordaba las cositas favoritas de su madre, Ricardo se dio cuenta de eso rápidamente y supo que su hermano nunca se había olvidado de ellos. Su mamá al verlos llegar lloró lágrimas de felicidad y dijo : “al fin seremos los tres de nuevo”.
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